Inspirándose en el libro de un filósofo italiano apellidado Baldo, del siglo XVII, Lavater, autor de los famosos Ensayos fisonómicos-obra en la que se esfuerza en establecer las relaciones entre los rasgos de la escritura y los caracteres-, dijo:
«Distingo en los escritos, por la hechura y grueso de las letras; su forma y disposición, su posición, su modo de agruparse, el intervalo que las separa, el espacio que media entre las líneas, si éstas son derechas o torcidas, la limpieza de la escritura, su ligereza o gordura, su armonía o desigualdad, etc., el carácter del autor. Esta idea de juzgar al hombre según su escritura debió bien pronto tentar a muchos sabios; entre ellos el abate Michon, que, desde luego, puede considerarse corno el vulgarizador de la nueva ciencia, a pesar de que antes que él, en el año 1842, un profesor, cuyo nombre no recuerdo, había ya dado en Lyon una serie de conferencias sobre el estudio de el hombre en relación con su letra».
Después de numerosas tentativas, se llegó, por fin,a un resultado cuya eficacia no puede ponerse en duda. La Grafología sé basa sobre datos exactos. Es la obra de un siglo de pesquisas y de observaciones Indiscutibles, Por ella conseguirnos seguir las inclinaciones del alma de todas aquellas, personas que nos son interesantes; y aunque es indudable que la edad y las vicisitudes de la vida modifican algo los rasgos de la escritura, no es tampoco menos cierto que el fondo o fundamento de la misma es siempre igual, por lo que no se precisa que el examen grafológico bien profundo se refiera a la forma de letra empleada en diferentes épocas de su vida.
Sepamos, pues, conformarnos con los resultados inmediatos, muy suficientes desde luego para satisfacer nuestra curiosidad.
«Distingo en los escritos, por la hechura y grueso de las letras; su forma y disposición, su posición, su modo de agruparse, el intervalo que las separa, el espacio que media entre las líneas, si éstas son derechas o torcidas, la limpieza de la escritura, su ligereza o gordura, su armonía o desigualdad, etc., el carácter del autor. Esta idea de juzgar al hombre según su escritura debió bien pronto tentar a muchos sabios; entre ellos el abate Michon, que, desde luego, puede considerarse corno el vulgarizador de la nueva ciencia, a pesar de que antes que él, en el año 1842, un profesor, cuyo nombre no recuerdo, había ya dado en Lyon una serie de conferencias sobre el estudio de el hombre en relación con su letra».
Después de numerosas tentativas, se llegó, por fin,a un resultado cuya eficacia no puede ponerse en duda. La Grafología sé basa sobre datos exactos. Es la obra de un siglo de pesquisas y de observaciones Indiscutibles, Por ella conseguirnos seguir las inclinaciones del alma de todas aquellas, personas que nos son interesantes; y aunque es indudable que la edad y las vicisitudes de la vida modifican algo los rasgos de la escritura, no es tampoco menos cierto que el fondo o fundamento de la misma es siempre igual, por lo que no se precisa que el examen grafológico bien profundo se refiera a la forma de letra empleada en diferentes épocas de su vida.
Sepamos, pues, conformarnos con los resultados inmediatos, muy suficientes desde luego para satisfacer nuestra curiosidad.
De un modo general puede decirse:
Mientras la forma de la letra sea más sencilla, limpia y regular, más superior. suele ser el hombre que la ha adoptado.
Cuando la letra es derecha, la cabeza domina al corazón. y viceversa cuando la letra es inclinada. Egoísmo y materialismo se reconocen los trazos gruesos, la sequedad del alma traza ángulos, y la poesía trata de embellecer las letras.
Cuando la letra es derecha, la cabeza domina al corazón. y viceversa cuando la letra es inclinada. Egoísmo y materialismo se reconocen los trazos gruesos, la sequedad del alma traza ángulos, y la poesía trata de embellecer las letras.
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